covid-19
Me encontraba en un lugar donde la incertidumbre prevalecía así como ella nos acompaña en los días tan extraños que vivimos hoy. Así como cuando vas manejando en una carretera muy larga, pero el clima no favorece tu visión, me sentía sumergida en un mar de niebla pesada que me envolvía y no me dejaba ver más allá de tres metros desde donde me encontraba. No sabía qué me esperaba al final del camino, o siquiera habría final alguno.
Como estudiante de universidad, uno tiene la errónea costumbre de pensar que el servicio social es un pendiente más a “tachar” de la lista, sólo un requisito para graduarse. Otra razón más por la que esa niebla parece no levantarse de esa trayectoria tan definida y estructurada que es nuestra carrera universitaria, hasta el punto en el que olvidamos que en esa carretera no sólo existe nuestro vehículo, sino un sin fin de muchos otros viajando a la par.
Pero así como toda tormenta llega a su fin, llegó el día en que descubrí Talokan y me abrió sus puertas. Me llevó de la mano a ese lugar que muchos tenemos olvidado: la esencia de la tierra. Y al hablar de la esencia de la tierra, no es hablar únicamente del mundo que vemos, sino hablar de todas esas raíces que surgen de él y principalmente, de nosotros mismos. Logré entender que además de contribuir a una obra social y aportar algo de tu persona a tu entorno, el primer paso a seguir es conocerse a uno mismo. Yo siempre me repetía: “si no das para ti, no das para afuera.”
Y de esta manera emprendí la marcha y mi servicio social comenzó. Uno se preguntaría cómo es que un conversatorio en una videollamada con 12 personas diferentes darían fruto… Pues del mismo modo en que se siembran semillas y en primera instancia su crecimiento no es evidente a simple vista, pues es ahí que estuvo presente este crecimiento desde el primer encuentro que tuve con los 12 cuadritos de Zoom, sentada frente a mi pantalla cada jueves por la tarde. Ese encuentro entonces se convirtió en el momento especial que esperaba de cada semana y esos cuadritos en mis grandes maestros y acompañantes. La niebla poco a poco se iría difuminando y la visión se iría extendiendo unos metros más allá.
Durante estos encuentros, se tocaron muchos temas relevantes como cultura, educación, migración, economía, felicidad/identidad, emprendimiento, así como la planeación de un proyecto de vida. Son temas que probablemente uno los tiene arrinconados en un sitio de la mente en nuestro día a día, donde rara vez se revisitan conscientemente. Fue maravilloso tener la oportunidad de quitarnos de todas máscaras, escuchar cada punto de vista y dar el propio, conociendo distintas facetas del sin fin de realidades que existen en el cosmos.
Y qué mejor que tener una línea directa a una realidad única que te enriquezca en todos estos sentidos:
Rosy. Mujer emprendedora de Tanhuixco del Carmen, Puebla, fue una de mis grandes guías en esta carretera de niebla. Me guió por caminos desconocidos e hizo que se convirtieran en conocidos. Como flores en primavera me dio la bienvenida para compartir conmigo un pedacito de su vida y su realidad. Comenzó como una entrevista a la semana y se convirtió en una charla entre dos seres conocidos y esencialmente parecidos. Siempre recuerdo con una sonrisa que uno de los temas que siempre se dieron naturalmente en nuestra plática fue nuestro gusto por la cocina… por ahí aprendí alguno que otro tip de recetas.
Poco a poco me fui dando cuenta de que todos los temas y actividades que se abordaron en este proceso de aprendizaje con Talokan, me ayudaron a hacer el magnífico descubrimiento de que la respuesta que uno busca siempre está en retornar a las propias raíces, a repetirse cada día y aceptar a la persona tan cambiante en la que nos convertimos segundo con segundo. Este tramo de la carretera me ayudó a desaprender y a volver a aprender sobre la maravilla que es perder ese miedo de cuestionarse frecuentemente quiénes somos, qué queremos y a dónde vamos.
Y este proceso de aprendizaje con Talokan me hizo reafirmar que no se trata de salvar al mundo con enormes actos, sino al poner nuestro granito de arena y estar bien con nosotros mismos, proporciona paz mental. Y este estado lo considero ya una enorme ganancia: hacerse de uno mismo para el mundo.
Ahora que soy consciente, les puedo decir que me doy cuenta que vivía inconscientemente y quizás hasta cierto punto cómodamente, en esta larga carretera con niebla. Creo genuinamente que Talokan tiene una preocupación por la que está tomando acciones y nos ha transformado desde el día que nos conocimos, hasta hoy.
Ha sembrado en mí una semilla que siendo sincera, para mí ya dio frutos. Sin embargo, ahora me toca a mí, seguir adelante potencializando cada día la oportunidad de devenir una mejor versión de mi misma, tomar las herramientas y valores desarrollados, y salir adelante.
Compartir y empapar de mis conocimientos a los que me rodean… Vivir mi presente, planear mi futuro por más cambiante que pueda ser y conseguir la enorme satisfacción de haber llegado hasta donde estoy hoy, mirando siempre en retrospectiva y percatándome del largo recorrido que me llevó hasta aquí. Y así continuar por el resto de mi viaje acompañada de los muchos otros valiosos vehículos que venimos disfrutando de esta despejada y agradable carretera de la vida.